sábado, 25 de julio de 2009

" A MI AMIGO CARLOS ALFONSO" Por Fernando Benedetti Racines

Carliche:

Tu ausencia se asemeja al reloj de arena
que bordan los días, las horas, los segundos
con la rigidez de los espacios,
te recuerdo en aquel árbol que se desoja
en el otoño,
pero también te evoco en el desierto de Atacama,
donde la soledad te rindió tributos
en los deseos del alma
y porque no, también te recuerdo
en las islas galápagos, cuando el amor por la naturaleza
marco el rumbo de cambiar los toros por los poemas rotos.

Conocí a Sean Sebastián tu hijo,
sin lugar a dudas se puede afirmar que de palo tal astilla,
trasluce en él tu talento ensordecedor
y el cariño de un alma bondadosa
regada por el agua de una huella sueca
que imprime su carácter.
Es el actor que devolverá tu aliento
a los recuerdos que tus amigos
aguardamos en la taciturna espera
de los vacios fraternales.

Recuerdo aún tu poema
en que la guitarra suena
en esas manitas
donde las notas de plata
acarician los oídos
no vibran,
aprenden de la vida
que es mejor estar muerto
que agonizar en el olvido.
Se levanta sonámbulo
el reflejo de la música
que no escucha el interior de mis sentidos
pero que parpadeaba ciega
en el lecho de un alma herida.

Esas últimas estrofas hacen parte de tus poemas,
de la manifestación de tu corazón de poeta lirico
que despierta una luz que se duerme
pero que no se olvida y
que siempre serán cuerdas de la guitarra
que te acompañará en los sinnúmeros
visitares en la diversidad del universo.

Hoy tus amigos seguimos el agua refrescante
de la acequia, que permanecen en el recorrido
de las remembranzas de la personas
que nos asomamos
en la ventanas de la amistad eterna.

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